jueves, 20 de junio de 2013

COLUMNA DE OPINIÓN
 Por: Dr Gregorio Capitán Ayudante 
LA CARNE ¿ES LA CARNE UN ALIMENTO NECESARIO?

 Entre los alimentos que enferman, la carne ocupa un lugar destacadísimo. Es una gran productora de ácido úrico y, por consiguiente, causa principal de reumatismo, arterioesclerosis, artritismo, estreñimiento y muchas otras enfermedades. En el intestino produce putrefacciones (traducidas en deposiciones fétidas y oscuras) que, poco a poco, intoxican la sangre, originando así otras afecciones. Es causa del mal aliento y sudor fétido. Por la gran cantidad de toxinas que contiene, excita el sistema nervioso y esa excitación suele confundirse con la energía. Pero esta es artificial pues, una vez pasado el efecto, el cuerpo queda agotado y enfermo. Entre otros inconvenientes, el consumo de carne expone a la transmisión de diversos parásitos, algunos de ellos muy peligrosos (triquina, tenias, etc.), así como de infecciones (tuberculosos, carbunco, fiebre aftosa, etc.) e intoxicaciones (carne de animales fatigados, maltratados y hambrientos, etc.). Además, conduce al uso y abuso de otros excitantes, como alcohol, tabaco, café, té, mate, etc. El hombre no es carnívoro por naturaleza; lo demuestran la anatomía y la fisiología comparadas. Su aparato digestivo se diferencia mucho del de los carnívoros; dientes, glándulas salivales, longitud del intestino, es apto para digerir bien la carne. Si fuese su alimento natural, el hombre debería comerla cruda sin sentir repugnancia. Pero no es así pues, antes de ingerirla, necesita someterla a la acción del fuego y agregarle diversos condimentos a fin de cambiar su aspecto y sabor naturales. La ciencia moderna ha demostrado ampliamente que el hombre no necesita de la carne para proveerse de albúmina, pues la encuentra en alimentos sanos tales como leche y sus derivados, huevos, legumbres secas, cereales integrales, etc. El caldo de carne también es dañino porque contiene sus materias extractivas, es decir, todos o casi todos los venenos de la carne. Además, contrariamente a la opinión tan generalizada, es de valor alimenticio nulo; la sensación estimulante que provoca su ingestión de debe a fenómenos de orden nervioso. El caldo de carne se remplaza ventajosamente por el caldo vegetal, excelente reconstituyente y gran alimento, tanto para sanos como para enfermos. Las personas muy carnívoras no deben dejar de golpe la carne, pues se expondrían a consecuencias desagradables. En este caso se aconseja someterse a un plan de desacostumbramiento gradual, para que el organismo no se resienta. Al dejar la carne, el ser humano adquiere una enorme resistencia contra toda clase de enfermedades y aumenta su capacidad de trabajo; la mente y los sentidos se vuelven más agudos. La carne debe desterrarse, no sólo por razones de orden higiénico, sino también de orden moral (“no matar”). Es interesante destacar que los grandes Maestros de la humanidad (Buddha, Confucio, Lao.Tsé, Zoroastro, Jesús, etc.) han sido vegetarianos.

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