La castidad por orden de la Ley
En las dos
últimas semanas, se viene debatiendo si las relaciones sexuales con menores de
18 años debería seguir siendo un delito. Si se tratara de relaciones sexuales
impuestas, estaría bien, pues es uno de los atentados más denigrantes que
cualquiera podría sufrir. Pero cuando esta tipificación incluye las relaciones
consentidas entre menores y/o con menores, no es tan simple calificar como
delito lo que algunos consideran inmoral o inconveniente. Es tan arbitrario que
termina dañando a los supuestamente protegidos.
Hasta el 2006, el
consentimiento sexual legalmente válido era a partir de 14 años y fue la
Congresista Valenzuela quien propuso incrementar la edad hasta los 18. Al inicio
pensamos que se trataba de un error de redacción a subsanarse con una fe de
erratas. Vana ilusión pues era a propósito y el tema ha ido de mal en peor, con
el proyecto de Ley que modifica el Código del Niño, Niña y Adolescente, que
restringe su acceso a la educación sexual y a la atención de la salud sexual y
reproductiva.
En este tema todos
tienen algo que decir, excepto los/as adolescentes. Fue así que bastó que el ex
Presidente García se opusiera al cambio para que “viejos verdes”, no acosen
adolescentes para volver a foja cero lo aprobado en el Congreso de este
entonces. Hubiese ocurrido lo mismo, si la Ministra Jara no hubiese “cambiado de
opinión” y puesto a tono con la opinión de su propio sector.
Mientras tanto ¿Que ha
ocurrido con la política pública?; No mucho; Educación sexual ausente y ningún
esfuerzo por mejorar el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva,
pues ¿qué interés tendría el Estado de atender a faltosos que tienen relaciones
sexuales antes de los 18 años?
Quienes se oponen a
esta modificatoria; Pastor Lay y representantes de iglesia (incluyendo laicos),
solo hablan del desenfreno sexual, pero no dicen nada del embarazo en
adolescentes que no ha cambiado hace 30 años, ni del VIH que se inicia en esta
edad, ni mucho menos de las chicas suicidas. Tampoco dicen que a pesar de la ley
las violaciones no han disminuido. Los violadores continúan al acecho y no son
precisamente sus enamorados con quienes al menos el 70% tienen relaciones
sexuales voluntarias.
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