jueves, 26 de enero de 2012

Los Mártires de Uchuraccay en la memoria, hoy, mañana y siempre


Han pasado 29 años y el recuerdo sigue allí, vívido, doliente pero también intransigente, indómito. En esa mañana soleada de fines de enero, era uno más de esa multitud que acompañaba aquellos ataúdes que no solo contenían los restos de los ocho hombres de prensa que habían caído en la no solo inhóspita sino hasta entonces desconocida comunidad de Uchuraccay. En esos féretros también se iba la verdad sobre la más grande tragedia del periodismo peruano, porque, ahora, 29 años después, la única verdad que se ha impuesto es que quienes pudieron y debieron aclarar los hechos y sancionar a los asesinos materiales e intelectuales de los Mártires de Uchuraccay, se empeñaron Más bien en ocultar esa verdad. Por eso, junto con el recuerdo de aquél medio día en que marchaban hacia su última morada -que pudo haber sido las cuatro fosas de Uchuraccay- y pasaban frente al Congreso de la República en la Plaza Bolívar, vienen también a mi mente las demandas de sanción y justicia que se expresaban a grito doliente: ¡Jorge Sedano! ... Presente!!!. ¡Jorge Luis Mendívil! ... Presente!!!. Pero para esa misma multitud que encarnaba no solo el dolor sino la impotencia frente a un crimen que debió haberse evitado, también quedaba claro que habían culpables, y que si bien debían tener nombres y apellidos, la ira se concentraba en alguien: ¿Quién los mató? ... el gobierno!!!!, respondíamos en coro cada vez más fuerte para que el eco llegara hasta el viejo recinto parlamentario. ¡Eduardo de la Piniella! ... Willy Reto ... Pedro Sánchez .... ¡Presenteeee!. Quién los mató? ... El gobierno!!!!. Y es que, ahora 29 años después, sigo más convencido que si bien el gobernante de aquel entonces Fernando Belaúnde Terry estaba fuera de toda sospecha, sí creo que bien pudo confirmar esa convicción ayudando a conocer la verdad de los hechos que sigue oculta hasta hoy. Porque las conclusiones de la llamada Comisión Vargas Llosa, fue muy poco lo que investigó y más bien sí mucho lo que ayudó a mantener oculto. Junto con varios de compañeros de aula bausatinos -Jorge Luis Mendívil era bausatino- era imposible reprimir el dolor y el coraje, y mucho más fácil dejar que las lágrimas acompañaran el coro de repulsa ante el alevoso crimen que había robado a la profesión gente capaz y comprometida, y hoy adecentarían el gremio tan venido a menos. ¡Félix Gavilán ....Amador García ... Octavio Infante!!! ... Presenteeee!!!!. Esos gritos eran la expresión del dolor, y aunque han pasado 29 años, vuelven y volverán con más intensidad cada 26 de enero, en que tampoco se puede olvidar al guía Juan Argumedo. Hace cuatro años, cuando se cumplió el primer cuarto de siglo de la tragedia, escribí algo en lo que hoy me reafirmo: "Alguna vez, recordando los primeros años de aquel execrable asesinato, afirmamos que mientras no haya sanción, las tumbas de Uchuraccay seguirán siendo heridas abiertas, que claman justicia. 25 años después esas voces nos siguen interpelando, y lo seguirán haciendo mientras los responsables de su asesinato sigan ocultándose en el manto cobarde de la impunidad". Y agregaba que como sociedad civilizada que nos preciamos de ser, no debíamos permitir tal impunidad. Impunidad que ya lleva también 29 años campeando, desde aquél trágico 26 de enero de 1983 y desde aquella mañana soleada días después, en que acompañándolos hacia su destino final, en medio del dolor no nos cansamos de exigir justicia. ¡Mártires de Uchuraccay! ... PRESENTES!!! AHORA Y SIEMPRE!!!!!

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